Dónde vives lo decide tu trabajo.
Muchos nos hemos mudado hasta de país por estar en un trabajo mejor, también son muchos los que emigran a ciudades más grandes y viven en barrios más caros y menos cómodos para tener acceso a mejores trabajos.
Cuándo tienes tiempo libre también lo decide tu trabajo. Te pone los horarios y el número de días de vacaciones.
Con quién te pasas una gran parte de tu tiempo también lo dictamina tu trabajo. Y todos tenemos algún compañero molesto en la oficina.
En definitiva, toda nuestra vida gira en torno a nuestro trabajo.
Esto puede crear una interesante paradoja que le pasará a más de una persona: Mudarse a una gran ciudad para tener un trabajo con un salario mayor, y que la diferencia de salario se le vaya en gastos derivados de ese nuevo trabajo, como vivienda más cara, necesidad de coche, ocio más caro… Y al final termine ahorrando menos.
El paradigma laboral actual viene heredado de hace ya muchos años cuando se estableció el trabajo de lunes a viernes 8 horas al día, pero los tiempos cambian y la manera de trabajar, también .
Para mi, los trabajos se pueden dividir básicamente en dos categorías: por tiempo y por proyectos.
Los trabajos por tiempo son trabajos repetitivos, donde la diferencia entre ser mejor o peor no importa tanto, el factor clave son las horas que le dediques.
Por ejemplo, trabajador de una fábrica, camionero cajero de supermercado o recepcionista.
Aunque seas el mejor recepcionista de hotel del mundo, lo que importa es que estés 8 horas disponible para tener cubiertas las posibles solicitudes durante ese tiempo.
Los trabajos por proyectos suelen ser más creativos y la diferencia entre un trabajador destacado y otro malo es abismal. Los empleos que más dinero generan son de este tipo.
Ejemplos pueden ser escritor, informático o creador de páginas webs.
Cada vez hay más trabajos por proyectos que trabajos por tiempo gracias a la automatización: los cajeros de supermercados están siendo sustituidos por lectores automáticos, los trabajadores de las fábricas por robots y los camiones se conducen solos.
Lo que podía sonar a ciencia ficción hace 20 años ahora es una realidad y es cuestión de tiempo que los costes bajen y se vayan sustituyendo cada vez más trabajos.
No obstante, no es un cambio abrupto, sino gradual.
Frente a este cambio de paradigma, nos encontramos que en muchos trabajos “por proyectos” se sigue el enfoque antiguo de “por horas”.
Siendo empleado por cuenta ajena, sólo te queda ir en busca de empresas con mayor flexibilidad, especialmente ahora que parece que el teletrabajo se ha extendido.
En cambio, quien trabaja por cuenta propia por proyectos se ha adaptado muy bien al cambio de paradigma y tiene un grado de libertad que el resto no.
Puedes definir tu vida PRIMERO y adaptar tu trabajo DESPUÉS.
Puedes pensar dónde quieres vivir, qué actividades de ocio quieres hacer y la gente con la que pasas tu tiempo. Y adaptar tus horas de trabajo a tu vida, no al revés.
No creo que haya que idealizarlo tampoco, trabajar por cuenta propia conlleva estrés y mucha responsabilidad.
Tienes que ser capaz de aportar valor para que te vaya bien. Y buscarte la vida tú solito.
No es que trabajando por tu cuenta pases de trabajar 40 horas a la semana a 4. Incluso puede que dediques más horas que trabajando por cuenta ajena, sobre todo al principio.
Además, que el trabajo por cuenta ajena moldee tu vida simplifica mucho la toma de decisiones. No las decides tú, las deciden las circunstancias de tu trabajo. No obstante el resultado puede ser también muy bueno.
Pero la libertad está en el otro lado, en el de trabajar por tu cuenta y por proyectos, sin un número definido de horas, sin horarios fijos sino flexibles.
Ya no es el trabajo quien decide por ti.
No. Ahora eres tú. Tienes en tu mano decidir dónde vives, cuando trabajas y la cantidad de horas. No es sencillo y quizás acabes dedicando más horas que por cuenta ajena. Además, sigues necesitando trabajar para vivir (al menos hasta que puedas vivir de tu inversión), pero el paradigma cambia completamente.
Hemos asumido el paradigma convencional de que el trabajo decida nuestra vida que enfrentarse a tanta libertad da incluso vértigo.
Pero creo que merece la pena planteárselo. Al menos, es uno de mis objetivos.
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