Nos dejamos llevar por el consumismo y compramos más posesiones materiales de las que necesitamos. Esto no sólo causa un gran daño a nuestras finanzas personales, también a una vida poco satisfactoria y a una sensación de vacío.
En este recurso identificamos los dos motivos consumimos posesiones materiales cuando no las necesitamos y qué hacer para solucionarlo, lo que nos llevará a una vida más plena.
El club de la lucha me marcó.
Desde la primera vez que la vi se convirtió en mi película preferida. Cuando la descubrí yo tenía muy presente a Nietzsche, mi filósofo favorito. Recuerdo que cuando lo dí en bachillerato con 17 años me causó un gran impacto, aquella idea del superhombre, las tres fases del individuo, el “Dios ha muerto”… No se me hizo tedioso estudiarlo porque era realmente interesante y despertó mi curiosidad.
Y precisamente la filosofía de Friedrich Nietzsche está muy presente en esta película.
Para quien no la conozca es una película estadounidense dirigida por David Fincher en 1999 con Edward Norton, Brad Pitt y Helena Bonham Carter como protagonistas.
No tuvo mucho éxito inicial pero luego se volvió una película de culto. Un clásico imprescindible.
El caso es que desde el principio de la película ya ves un concepto clave: El consumismo.
El protagonista creía que teniendo una casa amueblada totalmente equipada con todo tipo de utensilios de cocina, una colección de camisas y zapatos de marca se iba a sentir satisfecho con su vida, porque así nos lo ha vendido la sociedad.
Tenía todo lo que se supone que tenemos que tener, pero luego se da cuenta que esto no le satisface. Odia su vida.
A menudo intentamos construirnos una identidad mediante cosas externas y materiales: un peinado para parecer más moderno, un deportivo que haga aparentar más éxito, una casa llena de muebles del IKEA perfectos para la vida moderna que se supone que debemos tener.
Y no es ningún problema comprarte un deportivo si es lo que quieres, tener una casa con los muebles que te gustan o tener un peinado y una ropa siempre a la moda.
El problema viene cuando sólo buscas la satisfacción ahí. Y te das cuenta que una vez que lo tienes, al cabo de los días ya se ha pasado el subidón, y necesitas seguir comprando.
Además, el consumismo es enemigo del ahorro y es incompatible con tener unas finanzas personales sanas.
📌 Principalmente hay dos motivos por los cuales consumimos innecesariamente: Satisfacción inmediata y el querer proyectar una imagen de éxito a los demás.
Motivo 1: Satisfacción inmediata
Cuando vas a comprar algo parece que desaparecen todos los problemas exteriores, te pones a buscar lo que quieres, comparar características de diferentes productos y compras el que más te ha gustado.
Durante este tiempo no estás pensando en nada de fuera, te aislas de tus problemas y del mundo que te rodea.
Cuando compramos, nos damos pequeñas satisfacciones momentáneas. Compras algo y en ese momento te sientes bien.
No te enfrentas a los problemas ya sean en el trabajo, con los estudios, con tu pareja o problemas emocionales. En lugar de eso los esquivas.
Es un placer instantáneo, el cual va desvanecer tarde o temprano.
Por ejemplo, si te compras una nueva tostadora que la única diferencia que tiene con la que tienes es que sale la cara de Darth Vader en las tostadas, te va a hacer ilusión las primeras veces, pero al cabo de la décima tostada te va a dar igual.
La satisfacción algo más caro como un móvil te puede durar más, pero te aseguro que al cabo de unos días se te ha pasado el subidón y tu vida sigue igual, aunque con menos dinero en el banco.
Más caro o más barato, la satisfacción no dura para siempre y la intención detrás de la compra no era cubrir una necesidad sino meterte en tu burbuja por un momento y convencerte de que necesitas lo que estás apunto de comprar.
Cómo actuar frente a la satisfacción inmediata
Si te abruman los problemas no es malo que te tomes un descanso para evadirte de ellos, pero siempre que tengas los pies en el suelo y seas consciente de la realidad.
Imaginemos la siguiente situación: El coche me da problemas, creo que puede tener algún fallo grave y para colmo hoy en el trabajo he tenido una discusión con el jefe sobre mi productividad.
Voy a darme media hora de relax comiéndome tranquilamente una fruta mientras veo un capítulo de mi serie preferida. Pero después voy a buscar talleres cercanos para llevar el coche y voy a reflexionar sobre la discusión para ver qué puedo mejorar y si realmente he sido poco productivo pudiendo hacer las cosas mejor.
No estamos evitando el problema, estamos tomando un respiro para afrontar la resolución de los problemas con tranquilidad y de forma más reflexiva, tomando mejores decisiones.
Es importante que definamos claramente ese tiempo de “Desconectar de los problemas” en este tipo de situaciones y que no sea muy largo, no necesitamos más de media hora para hacer un reset que nos calme y ponga nuestra mente a punto para buscar las mejores soluciones.
Si no limitamos el tiempo podríamos caer en posponerlo indefinidamente para después tener que tomar una decisión en caliente que puede no ser la mejor para nuestros intereses.
Motivo 2: Proyectar una imagen de éxito a los demás
Nuestra inseguridad nos hace también querer proyectar una imagen de los demás de riqueza, de “Yo tengo lo mejor: El mejor coche, el mejor reloj, el móvil más nuevo…”.
Con posesiones caras creemos que nos elevamos por encima de los demás y así, nos sentimos más seguros y confiados.
Esa necesidad de impresionar a los demás con posesiones materiales nace de una inseguridad nuestra. Y es ahí donde tendremos que trabajar más
Cómo actuar frente al querer proyectar una imagen de éxito
La solución para este problema basa en mentalizarse de que no eres ni más ni menos que nadie y que, probablemente, a los demás les da exactamente igual que tengas el móvil más nuevo. Quién sí lo nota es tu cartera.
Trabaja en tu confianza y seguridad en ti mismo, si quieres impresionar a alguien la mejor manera no es con objetos caros sino con un buen comportamiento, amabilidad y detalles.
Tendrán mejor opinión de ti si eres educado, no haces comentarios fuera de lugar y eres una persona con la que es agradable compartir el tiempo. Por mucha ropa de marca o último modelo en smartwatch que lleves no va a servir para nada.
Una buena solución es mentalizarte y saber cuánto te cuestan las cosas en medidas en tiempo de trabajo. Ahí te vas a dar cuenta de que si para tener el último modelo de iPhone tienes que trabajar 3 semanas enteras de tu vida, lo mismo se te quitan las ganas.
Lo que posees acabará poseyéndote
Por buscar la satisfacción inmediata y proyectar una imagen de éxito a los demás consumimos posesiones materiales que no necesitamos, de ahí la frase de Tyler del club de la lucha: “Lo que posees acabará poseyéndote”.
Al final no trabajas para ti, trabajas para consumir. Y el consumismo es una rueda de hámster, nunca para, siempre hay más. Te compras el iPhone, la funda, los auriculares, la tablet, al cabo del año los renuevas… Tienes que parar la carrera de la rata, y bajarte de la rueda.
El consumo excesivo afecta incluso a tus planes de ocio. Si te compraste una tabla de snowboard aunque no te apetezca vas a intentar rentabilizar su compra y tratar de ir a pistas de nieve para usarla.
Intentemos no dejar que el consumismo nos controle a nosotros y vivamos nuestra vida con libertad. Y no se trata de abandonar todas tus posesiones materiales y hacerse monje budista, sino de comprar con cabeza lo que necesitemos sin dejar que nos domine.
Posesiones materiales vs. Experiencias
Te voy a hacer una pregunta, a lo largo de estos últimos tres años ¿qué recuerdas más, compras materiales (teléfono móvil, televisión, abrigo de marca…) o experiencias (viajes, senderismo, espectáculos…)?
Las dos cosas se pueden adquirir por dinero, pero seguro que la segunda te deja más huella y puede impactar de forma muy positiva en tu manera de ver la vida.
Los objetos materiales acabarán en desuso pero las experiencias perduran para siempre, es algo que hay que tener presente e invertir más en experiencias, yo cada vez lo hago más y estoy más satisfecho con mi decisión.
¿Y tú? ¿Inviertes más en experiencias o en posesiones materiales? ¿Crees que consumes más de lo que deberías? Cuéntamelo en los comentarios.