Te preocupan tus finanzas.
Has entendido que el dinero es una herramienta útil, y que la vida pasa por intercambiar nuestro preciado tiempo por unos cuantos billetes al final de mes.
No es que quieras acumular dinero por el placer de acumularlo. Tampoco por aparentar riqueza frente a los demás.
No necesitas vestir marcas de lujo si eso te lleva a hacer horas extra en el trabajo. Prefieres hacer con tu tiempo lo que te dé la gana, bien sea senderismo, irte de cañas con tus amigos o leer un libro tranquilamente.
Sabes que tus finanzas dependen de ti. Y que cuanto más patrimonio tengas, menos dependerás de las tonterías que se le pasen por la cabeza al político de turno.
La inversión es tu camino para tener una mayor libertad y poder de decisión en tu vida. Ahorras todos los meses parte de tus ingresos y lo destinas a invertir a largo plazo.
Si lo que estoy diciendo resuena contigo, perfecto. Estamos en el mismo barco.
Pero déjame decirte una cosa. Somos minoría. Y una minoría muy pequeña.
Quizás pueda parecerte lo contrario si estás muy metido en el mundillo de las finanzas personales. Si tienes twitter y sólo sigues a cuentas de inversión, te parecerá que la mayoría de la población invierte. Pero no es así.
Según elEconomista, sólo un 3% de la población española invierte en fondos de inversión o acciones. De esos, el porcentaje que invierte en fondos de calidad (y no los fondos de los bancos tradicionales de pésima rentabilidad que intentan colarnos) es mucho menor todavía.
Somos los bichos raros. Los frikis del manejo del dinero.
“La vida es para vivirla”
Si surge el tema de conversación del ahorro y la inversión en cualquier círculo social, a menudo escuchamos frases como:
- “Yo es que paso de ahorrar, prefiero vivir la vida que sólo hay una”
- “Te pones a ahorrar e invertir… ¿Para qué? ¿Para ser el más rico del cementerio?”
- “La vida son dos días. La vida es para vivirla”
Nos ha jodido. Como si nosotros no viviésemos la vida.
De hecho, a largo de nuestra vida trabajaremos mucho menos y disfrutaremos la vida mucho más que alguien que no ahorra ni invierte.
A menudo el dinero se asocia con comprar y adquirir cada vez cosas más caras. Lo entiendo, es la imagen que se da por televisión. Pero hay un uso del dinero totalmente infravalorado y que la gente parece que no acaba de entender. El de evitar cosas que no quieres hacer.
- ¿Que estoy cansado del viaje y quiero llegar al hotel cuanto antes sin líos? Me pillo un taxi.
- ¿Que tengo que lidiar con hacienda? Contrato un asesor fiscal.
- ¿Que tengo que mudarme de casa? Contrato una empresa de mudanzas.
Por supuesto que sabes llegar al hotel en transporte público o andando, puedes hacer tu propia declaración de la renta y puedes llamar a un amigo para que te ayude con la mudanza.
Pero utilizas el dinero como lo que es, una herramienta para facilitarte la vida.
Aún así, escribiendo estas líneas quizás estoy siendo un poco hipócrita. Me explico:
La rentabilidad detrás de delegar
Voy a ser honesto contigo. A mí aún me cuesta hacer este tipo de uso del dinero porque estoy acostumbrado a hacerlo yo todo por mi cuenta desde siempre.
No por ahorrar, sino porque “si soy capaz de hacerlo yo, para qué delegarlo”. Quizás te suene familiar.
Pues bien, hay dos motivos que me están empujando a cambiar mi mentalidad, a delegar más y a contratar más servicios de terceros:
El primer motivo es porque si contratas un servicio profesional probablemente hagan mejor trabajo que tú.
Si es una asesoría fiscal, lo mismo te ahorran unos euros con alguna deducción que no conocías. Si es un diseñador gráfico para que te haga el logo de tu negocio, lucirá mejor.
Ya entiendes por dónde voy. Además, seguro que puedes aprender de su trabajo y llevarte unos conocimientos extra para ti.
El segundo motivo es por la rentabilidad. Básicamente cuando estás pensando en contratar un servicio de un tercero estás comparando productividades:
(Las horas que tardaría en hacerlo yo) x (mi rentabilidad en lo que se me da hacer bien) vs. lo que me cuesta delegar la gestión.
Es decir, que si hacer la gestión de mi fiscalidad por mi cuenta me llevaría 6 horas, y mi productividad es de 20€ la hora… Si pago menos de 120€ a la asesoría ya me habría salido rentable.
Además, hay más costes que no computan: la tranquilidad mental, ahorrarte frustraciones y dolores de cabeza (si lidias con hacienda ya los sabrás), tener tiempo libre un día que lo necesitabas especialmente, etcétera.
Lo de la asesoría fiscal es tan solo un ejemplo. Uno muy ilustrativo. Pero el concepto es el mismo para otros campos porque esto de usar el dinero como herramienta se puede aplicar a casi todo en la vida.
Sí, somos bichos raros y nos gusta plantearnos estas cosas. Nos gusta ahorrar. Nos gusta invertir. Nos gusta investigar cómo le podemos sacar más partido a nuestro dinero para mejorar nuestra calidad de vida.
Qué le vamos a hacer. Si es que somos así.