Hoy te voy a contar una historia de una persona de mi entorno cercano de la que se puede aprender mucho de su uso del dinero… para saber lo que no hay que hacer con él.
Para proteger su identidad, llamémosla Julia.
Julia creció en una familia de clase media-baja como tantas en España. Y como tantas familias, sin ninguna educación financiera.
Y no les culpo. A los políticos no les conviene que los ciudadanos tengan educación financiera, en la escuela no les enseñaron nada, en la televisión menos y no tuvieron acceso a internet hasta hace una década: ¿Cómo se supone que iba a aprender educación financiera Julia?
Vivían en un pueblo relativamente pequeño, donde todos se conocen. Y donde nadie puede ser menos que nadie.
Esto hizo que, para una boda, los padres de Julia comprasen los vestidos y trajes para la boda con un crédito rápido, porque no se los podían permitir de otra forma.
Sí, pagar con un dinero que no tienes una vestimenta que apenas te vas a poner para impresionar a gente de tu entorno que tampoco te importa. Sólo por el qué dirán los demás.
Estas cosas (y bastante peores) hace la gente por mantener su estatus social.
De hecho, un crédito para comprar vestidos de boda queda en una tontería cuando ves que TODA la vida de algunas personas giran en torno a subir o mantener su estatus:
- El coche, siempre más caro que el del vecino o el compañero de trabajo. Aunque le cueste un tercio del sueldo.
- Vacaciones a todo lujo… la única semana del año que tienen vacaciones.
- Estrés constante por no llegar a fin de mes, que se traduce en pésimas relaciones personales.
- Tragar con todo en el trabajo por estar a una nómina de la indigencia. No pueden permitirse ni un año sabático.
- Constante presión por mantener el estatus y estar por encima de los demás. Juzgas y te sientes juzgado, agotador.
- Atrapados en trabajos que odian pero cuyo sueldo necesitan.
- Sin tiempo libre para hacer lo que realmente les plazca.
No se tú, pero yo a este tipo de gente la quiero bien lejos. Mi concepto de calidad de vida tiene más que ver con mucho tiempo libre para hacer lo que quiera con él. Y la educación financiera es la vía para conseguirlo.
Pero volvamos a la historia de Julia.
Julia se hizo mayor e independiente, y de tal palo tal astilla. Mantuvo la relación tóxica con el dinero que aprendió en casa.
No planifica ningún gasto. A pesar de saber cuándo va de vacaciones o a visitar a familiares, se compra los vuelos con poco tiempo de antelación. ¿Traducción? Se deja una pasta.
Tampoco se puede comprar una casa porque sólo reunir la cantidad de la entrada le parece imposible. Y esto le hace bastante infeliz.
El tener constantes problemas de dinero hace que busque vías para evadirse. Una de esas vías es comprar ropa de marca que no se puede permitir y que empeora aún más su situación con el dinero.
Por supuesto, Julia depende al 100% de las pensiones que quiera poner el político de turno en un futuro, porque lo poco que ahorra lo acaba malgastando o se lo comerá la inflación.
La historia de Julia es un caso extremo, espero que tu situación sea mucho mejor.
No obstante, la mayoría de la población no tiene buena educación financiera, y eso se paga carísimo:
- Incertidumbre financiera: dependes de tu jefe para tu sueldo presente y de los políticos para tu pensión futura.
- Estrés y preocupación por no llegar a final de mes o porque no haya ningún gasto extraordinario.
- Coste de oportunidad enorme: manejar bien tu dinero e invertir te permite dar el salto a una calidad de vida muy superior. No invertir es jugar a la vida en modo hardcore.
- Trabajar hasta que el estado diga que puedes dejar de trabajar para jubilarte. Para mi generación esta edad estará por encima de los 70 años.
- Esclavo de tu trabajo y de los juegos de estatus que llevan a la insatisfacción y a la infelicidad.
- No tienes tiempo libre para hacer con él lo que tú quieras.
Sí estás aquí, es porque no quieres pasar por ninguno de los anteriores puntos y te interesa mejorar tu educación financiera. Y tengo una noticia para ti que te puede interesar mucho.