No es el dinero ni el tiempo, es la energía

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Queremos conseguir un buen patrimonio que nos de libertad de ser dueños de nuestro tiempo, al fin y al cabo, el dinero es tiempo.

Sin embargo, tendemos a ignorar un tercer factor igual de importante, la energía.

La ecuación se nos queda coja. Vamos a verlo en detalle en este recurso:

La ecuación está incompleta

¿No te ha pasado alguna vez que has tenido una tarde libre pero estabas agotado y no pudiste aprovechar ese tiempo?

Seguramente, si te hubieses sentido con energía, podrías haber utilizado ese tiempo para hacer algo de deporte, quedar con tus amigos o trabajar en un proyecto personal.

Pero no lo hiciste. Estabas sin energía y pasaron las horas sin hacer nada que te gustase, mirando redes sociales, YouTube, Netflix sin entusiasmarte realmente el contenido, por matar el tiempo.

Ahora yo te pregunto: ¿cuánto valen esas horas para ti?

Realmente son horas poco valiosas. Si se te apareciese un genio para comprártelas, les pondrías un precio barato. Al fin y al cabo no tienes energías para aprovecharlas como es debido.

En cambio, ¿cuánto valen las horas en las que te sientes con más energía? Ese tiempo en el que haces la mayoría de tareas importantes del día, en el que te sientes más productivo.

Valen más. Mucho más que las horas en las que estás agotado. Hemos introducido otra variable más en la ecuación: la energía.

No es lo mismo una hora en la que estás con energía que otra en la que estás agotado. Como buen friki, lo ilustro con una fórmula:

Tiempo en plenitud = Horas libres x Energía

Siendo energía un valor que puede ir del uno (energía a tope) al cero (agotado, sin ganas de hacer nada), pasando por todos los valores intermedios (0’9. 0’5, 0’25…).

He llamado Tiempo en plenitud al tiempo que realmente aprovechamos. No he querido llamarle tiempo productivo para no asociarlo con el trabajo, podría llevar a equívocos. Por ejemplo, disfrutar del tiempo en familia para mi es tiempo en plenitud, aunque no sea lo que la mayoría conoce como «tiempo productivo».

Una persona puede que tenga libres 5 horas al día, y que las afronte con un gran nivel de energía. Pongamos un 0,8.

Eso le dejaría que su Tiempo en plenitud = 5 x 0,8 = 4 horas.

En cambio, otra persona puede tener 8 horas libres al día, pero llega completamente agotada y desmotivada de su trabajo, con un nivel de energía del 0,3.

Eso resultaría en que el Tiempo en plenitud = 8 x 0,3 = 2,4 horas.

Como ves, la segunda persona tiene menos tiempo en plenitud a pesar de tener más horas libres.

Cómo gestionar nuestra energía correctamente

Viendo todo lo que hemos visto en la sección anterior, la gestión de la energía es algo tan importante como la gestión de tu dinero o de tu tiempo.

Pero, a diferencia del tiempo y dinero, la energía es más subjetiva y menos medible.

Mientras que el dinero se puede medir en tu divisa local y tu tiempo en horas, la energía depende de cómo te sientas y cada persona la percibe de manera diferente.

Además, la energía es engañosa.

Puedes estar sin ganas de hacer nada y, tras recibir una buena noticia, un mensaje motivante o escuchar una canción, venirte arriba y estar preparado para cualquier actividad que se venga por delante. Seguro que sabes de lo que hablo.

¿Por donde empezar a gestionarla? Hay varia serie de pilares fundacionales de la energía que debemos comprender, son los siguientes:

  • Nutrición
  • Ejercicio
  • Descanso
  • Motivación
  • Hábitos (la más interesante de todas, la vemos en su sección propia)

Nutrición:

Hilamos con le recurso anterior, y es que la nutrición tiene un rol vital en nuestra energía.

Una mala nutrición, llena de comida basura y de picos de glucemia generados por excesos de azúcar injustificados altera y disminuye tu energía notoriamente.

Cómo gestionar mejor tu nutrición ya la vimos en ese recurso, así que no le voy a dedicar más tiempo en esta, pero dejo claro que la nutrición es un pilar fundamental en la gestión de nuestra energía. La comida basura sale cara.

El consumo de tabaco y el alcohol también tiene repercusiones negativas en tu energía.

Ejercicio:

Tampoco te sorprenderá si te digo que el ejercicio diario tiene un gran impacto en nuestra energía.

Aparte de deporte y entrenamientos de fuerza, hay simples rutinas que puedes hacer para que te ayuden a tener más energía.

Por ejemplo, si después de comer te quedas sentado o tumbado, tu cuerpo se relajará y hará una digestión lenta y pesada.

En cambio, si tras comer das un paseo, te ayudará a tener una digestión más rápida y volverás a estar con las pilas cargadas mucho más rápido.

Cuanto más haces, más vas a querer hacer. El ejercicio no es sólo para lucir cuerpazo en la playa y estar más saludable, también influye en el rendimiento laboral, en nuestras relaciones y en las actividades de ocio.

Descanso:

Dormir es pararte a afilar el hacha en vez de seguir tratando de cortar el tronco con un hacha que no corta.

Como dice Matthew Walker en su libro «Why we sleep?», La falta de sueño es una epidemia a nivel mundial, que no sólo afecta a tu energía negativamente sino a tu agilidad mental, reflejos, rendimiento deportivo y riesgo de contraer enfermedades.

Si sacrificas tu sueño por trabajo o por ocio estás siendo muy poco eficiente. Primero duerme bien, a partir de ahí construye tu día.

Motivación:

Cuando te viene un chispazo de motivación es una sensación maravillosa: te puedes comer el mundo, empiezas a planificar tu próximo proyecto personal con todo lujo de detalles, te sientes confiado y que puedes lograr lo que sea.

Son geniales, pero estos chispazos de motivación no surgen todos los días. No puedes depender de ellos a diario.

Para el día a día tenemos dos herramientas que nos darán ese empujón mental que a veces necesitamos: los hábitos (hablamos de ellos en la siguiente sección) y tener siempre presente nuestro objetivo (¿por qué lo hacemos? ¿en qué tipo de persona nos queremos convertir haciéndolo?).

Los hábitos y la disciplina te harán más libre

La toma de decisiones consume mucha energía. Y tomamos muchas pequeñas decisiones a lo largo del día. Tienes tres opciones para reducir su consumo de energía:

  • Eliminarlas: No tengo que decidir qué pedir en la cafetería porque me llevo siempre fruta de casa al trabajo para picar.
  • Agruparlas: No tengo que decidir qué comer cada día porque el domingo hice un menú para toda la semana.
  • Convertirlas en hábitos: No tengo que decidir cuándo ir al gimnasio, porque voy siempre de 16:00 a 17:15 los lunes, miércoles y viernes.

Cuando estás haciendo un hábito, estás funcionando en modo «ahorro energía» (como tu móvil cuando tiene la batería ente el 5% y el 20%).

La disciplina en tus hábitos te dará más energía. Te hará más libre de hacer con tu tiempo lo que te de la gana.

También es importante cuándo tomamos esas decisiones que nos quitan energía. Podemos mover decisiones para hacer un uso más eficiente de nuestra energía.

Por ejemplo, yo trasladé la decisión de qué ropa ponerme para el trabajo a la noche del día anterior. Decisión que por la noche tomo en unos segundos, pero que en las mañanas me costaba más porque estaba más espeso 😴.

Relación entre tiempo, dinero y energía

La relación entre estos tres elementos depende de la etapa en la que estés, no hay un ratio perfecto entre tiempo-dinero-energía para todas las personas, ni una persona tendrá el mismo ratio toda su vida.

Qué priorizar vendrá dado por sus circunstancias personales.

Por ejemplo, cuando tienes un bebé, gastas (o dejas de ganar) dinero sin problema si eso te supone que dispones de mayor tiempo y energía.

Esto se puede hacer pasando a jornada reducida o subcontratando tareas (comida a domicilio o preparadas, guarderías, niñeras…).

Es importante interiorizar esto y saber adaptar nuestro uso de los tres recursos (tiempo, dinero y energía) a nuestra situación actual, no mantenernos rígidos en el mismo patrón toda la vida.

Seguramente te sea familiar lo siguiente:

  • Cuando estás en tus 20s-30s, tienes tiempo y energía, pero no dinero.
  • Cuando estás en tus 40s-50s, tienes energía y dinero, pero no tiempo.
  • Cuando estás en tus 60s-70s, tienes dinero y tiempo, pero no energía.

Esto puede ser así si vives la vida en piloto automático. Pero si estás leyendo esto probablemente es porque te gusta darle una vuelta de más a las cosas y crees que hay otra manera.

Yo también lo creo.

El dinero mejor empleado en tus 20s y 30s son experiencias y descubrir el mundo. Y esto no es necesariamente caro, especialmente de joven cuando uno es más aventurero y se le puede sacar mucho provecho al dinero (250€ con 20 años dan para mucho, con 40 años para casi nada).

Descubrir el mundo no es irse a un hotel todo incluido en Punta Cana y no salir de ahí en una semana. Al menos no es esa mi concepción.

Las experiencias no tienen por qué ser caras. Tengo mejores recuerdos del phở de 3 euros que me tomé en una calle perdida de Phú Quoc que de la «exclusiva» carne de Fogo de Chao en Denver que costó 20 veces más.

En tus 40s y 50s, si hiciste tus deberes en tus 20s y 30s con el ahorro y la inversión (porque una cosa es tener experiencias y otra es derrochar todos tus ahorros), deberían estar dando sus frutos y darte la posibilidad de comprar tiempo de alguna manera (delegando tareas, en un trabajo con menos horas, periodos sabáticos…)

Aún así, es ley de vida que este periodo sea el más ocupado porque alcancemos nuestro pico de rendimiento laboral.

Estés en tus 20s, 30s, 40s, 50s o la edad que sea, hay un factor a gestionar clave: la energía. Esa gran olvidada.

Su correcta gestión se traduce en tiempo, dinero y más experiencias vividas.

Espero que este recurso haya puesto en valor el papel fundamental de la energía en nuestra vida, porque no todo es tiempo y dinero.

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