Los pequeños pasos en el largoplacismo

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Las pequeñas decisiones gobiernan nuestras vidas. A menudo nos debatimos entre la decisión cortoplacista y la largoplacista, cayendo en las trampas que nos pone la decisión cortoplacista.

Vamos a ver qué hacer para tener un pensamiento más largoplacista, además de entender dónde puede ser positivo pensar más a corto plazo.

Los pilares de la vida se fundamentan en el largoplacismo

No tengo la receta mágica para obtener el éxito en los distintos aspectos de la vida (y no creo que nadie la tenga), pero estoy seguro de que uno de sus ingredientes es el largoplacismo.

El largoplacismo no es más que tomar decisiones buscando maximizar los resultados a largo plazo. Esta manera de pensar se puede aplicar a distintos ámbitos de la vida como al ejercicio, a la alimentación, a la carrera laboral o, cómo no, a las finanzas personales.

Las decisiones hechas pensando en el largo plazo tienen mejores resultados porque componen y los resultados crecen cada vez a mayor ritmo. Es como una reacción en cadena de fichas de domino cada vez más grandes.

Tener 50.000€ invertidos no es algo que se haga en un mes y puede parecer imposible si estás empezando, pero es cuestión de ir poniendo fichas más pequeñas que compondrán con el tiempo y alcanzarán esa gran cifra.

¿Qué decisiones son largoplacistas (frente a decisiones cortoplacistas)?

  • Comer una fruta de postre en lugar de un dulce.
  • Dedicar una hora a leer en lugar de a las redes sociales.
  • Ahorrar e invertir un dinero que ibas a gastar en comprar un móvil nuevo (cuando el tuyo funciona perfectamente).

Tampoco hay que caer en un falso dilema. Tener una mentalidad largoplacista no significa no comer nunca jamás un dulce, sino elegir la fruta en la mayoría de ocasiones (esto lo veremos en la siguiente sección del recurso con más detalle).

Cuando se nos presenta un dilema de largo plazo versus corto plazo empieza un combate de boxeo:

En la esquina izquierda tenemos a neurotransmisores como la dopamina, que van a apostar todo por el cortoplacismo y el placer inmediato.

En la esquina derecha tenemos a nuestro lado más racional, ese que pensándolo fríamente va a apostar por las decisiones que den mejores resultados a largo plazo.

Como a priori es un combate que suele ganar el cortoplacismo, quiero compartirte lo que me funciona a mi para tomar más decisiones largoplacistas.

Verás, la decisión cortoplacista tiene el gran arma de la dopamina, neurotransmisor que nos produce placer de anticipar la recompensa. Por ejemplo, es quien nos dice: “¡Mira el móvil! ¡Quizás tienes una notificación nueva!”.

¿No te ha pasado que miras el móvil por inercia, sin ningún propósito concreto? Ya tienes culpable, tu dopamina.

Pero nosotros también podemos jugar a ese juego trayendo la recompensa de la decisión largoplacista al presente.

Si tomamos como ejemplo la decisión de comprar un móvil nuevo, al placer inmediato que nos da esa compra hay que enfrentarlo con el placer que nos da saber que ese dinero (ahorrado e invertido) nos está comprando libertad financiera, o bien es una pequeña parte de la nueva casa que te quieres comprar o bien cualquier objetivo financiero que tengas con tu dinero.

Si lo que te mueve para controlar tus finanzas es tener más libertad como a mi, puedes incluso traducirlo en cuantos días de libertad te proporciona. Por ejemplo, si cada día gastas una media de 40€ y el móvil nuevo te costaría 1200€, la decisión está entre comprar un nuevo móvil o ganar un mes de libertad total.

Ahora el combate de boxeo lo gana la decisión largoplacista por KO.

El tira y afloja de las pequeñas decisiones frecuentes

Cuando estamos ante una decisión de cortoplacismo versus largoplacismo, lo que estamos decidiendo es dar un paso en una dirección u otra.

He sacado a relucir mis mediocres habilidades con el paint para mostrarlo visualmente:

Aquí lo que importa son las pequeñas decisiones, que en el dibujo se traducen como pequeños pasos hacia un lado u otro.

Para el común de los mortales, no hay un salto enorme que te haga pasar de 0 a un millón de euros de un día para otro. Todo se basa en las decisiones del día a día:

¿Pasas de no ahorrar nada a ahorrar un 20% de tu salario? Das un paso cada mes hacia la libertad financiera.

¿Te compras un nuevo móvil carísimo porque si mi compañero de trabajo se lo ha comprado y yo no voy a ser menos? Das un paso hacia la dirección contraria.

Lo he ilustrado con las finanzas personales, pero es que este modelo mental te sirve para todos los ámbitos. Comer una fruta (dar un paso hacia estar sano) frente a comer un dulce (dar un paso hacia no estar sano), leer un libro (dar un paso hacia tener más conocimiento y cultura) frente a navegar por redes sociales (dar un paso a matar el tiempo sin aprovecharlo), etcétera.

Tu posición actual es la suma de pasos que hayas dado. Si durante toda tu vida has dado la mayoría de pasos en la buena dirección, te encontrarás yendo a buen ritmo hacia tu objetivo.

A más pasos des en la buena dirección (= más decisiones largoplacistas), en mejor posición estarás.

Dónde pensar más a corto plazo

El largoplacismo es una mentalidad muy beneficiosa, pero llevada al extremo se puede convertir en una obsesión por el futuro. Que sólo pensemos en maximizar los resultados dentro de unos años, olvidando el presente.

Ya he comentado en más de una ocasión lo peligroso que es posponer la felicidad, esa sensación de que falta algo en nuestra vida y de que cuando lo consigamos ya todo será maravilloso (spoiler alert: cuando consigamos esa cosa “definitiva”, aparecerá mágicamente otra cosa más).

Abundan los casos de gente que piensa cosas como:

  • “Cuando me asciendan en el trabajo ya por fin podré ser feliz”.
  • “Me falta poder permitirme un coche mejor. Con eso ya estaré satisfecho”.
  • “Cuando consiga pareja ya estaré completo”.

Ejemplos hay miles. Creo que esto es un grave error (en el que yo mismo solía caer) y por eso insisto tanto en lo importante que es no esperar a mañana para trabajar en tu bienestar, felicidad, satisfacción personal o como quieras llamarlo.

Si nos enfocamos en las finanzas personales, una mentalidad de ahorro e inversión largoplacista acabará dando sus frutos en forma de mayor libertad financiera. Pero también hay espacio para pensar en el corto plazo aquí.

Ahorrar e invertir “porque es lo correcto” está bien, y es mucho mejor que derrochar tu dinero “porque es lo normal”. Pero se nos queda cojo. Al ahorro y a la inversión hay que darle un propósito.

Tienes que descubrir por qué cuidar tus finanzas es importante para ti. Y esto no implica derrochar, pero sí experimentar con el dinero de vez en cuando de forma cortoplacista.

Por ejemplo, quizás estás acostumbrado a ir a restaurantes normales de vez en cuando y gastar 15-25€ por persona. Por experimentación, un día podrías probar un restaurante más especial que te haga ilusión probar, aunque los gastos ahora suban a 50-70€ por persona.

No es algo que vayas a hacer todos los días, pero si disfrutas mucho la experiencia esto puede darte una motivación extra para cuidar tus finanzas personales: ahorro e invierto porque disfruto mucho las experiencias gastronómicas y quiero hacerlas más frecuentemente.

El restaurante más caro es tan sólo un ejemplo. Otras experiencias podrían ser viajar más y a sitios que te apasionen más, hacer deportes de riesgo, o simplemente encontrar la motivación de ahorrar e invertir para poder bajar el ritmo laboral trabajando menos horas, haciendo periodos sabáticos o jubilándote antes.

Experimentar con el dinero en el corto plazo (con cabeza) es positivo para tus finanzas personales. Encuentra la vida que quieres vivir y luego invierte para lograrla.

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