La realidad es negociable

La mayoría de inversores cometen un error que les cuesta miles de euros al cabo de los años: pagar demasiadas comisiones.

En este recurso vamos a hacer cálculos para ver cuánto puede aumentar tu patrimonio reduciendo las comisiones de tus productos de inversión. Además, vemos por qué la realidad no es tan rígida como solemos pensar y cómo podemos usar esto a nuestro favor.

La importancia de las comisiones

Esta semana estuve hablando con un compañero de trabajo sobre inversión.

No está muy puesto en el tema, pero invertía más o menos en lo mismo que yo (fondos indexados) aunque con unas comisiones mucho más altas.

Le pregunté si conocía las comisiones de sus productos, y me dijo que no tenía ni idea. Que lo que le importaba era que su dinero estaba invertido y trabajando para él.

Aunque esto me chocó, la respuesta que más me sorprendió fue la siguiente. Cuando miramos las comisiones (de 1,70%) le pregunté si no pensaba que era mucho, dado que yo pagaba 0,10% por el mismo producto.

“Qué más da, un uno y pico por ciento no es tanto”

Como creo que esta es una afirmación bastante extendida y que hace bastante daño a la rentabilidad de nuestras inversiones, vamos a ver por qué esa diferencia de comisiones SÍ es mucho y acaba teniendo un gran impacto en nuestra inversión.

La mayoría tiene claro lo bueno que es el interés compuesto a largo plazo para alcanzar un alto patrimonio, pero muchos olvidan que el interés compuesto también afecta a las comisiones de nuestros productos financieros.

Vamos a verlo mejor con unos gráficos:

Invierte tiempo en bajar tus costes

Aunque a ninguno de nosotros nos guste, cambiar de plataforma para pagar menos comisiones en nuestra inversión es una decisión muy rentable.

Le dedicas unas horas a buscar la mejor plataforma, abrir la cuenta y empezar a invertir a cambio de ahorrarte unas comisiones que suponen una gran cantidad de dinero a largo plazo. Suena bien, pero, ¿merece la pena? ¿de cuánto dinero estamos hablando?

Hagamos una comparación con una inversión indexada al SP500 desde el 2000 hasta hoy, añadiendo 300€ al mes. Ejemplo orientativo. Comparamos 4 alternativas:

  • Alternativa A: 0,10% de comisiones (como MyInvestor)
  • Alternativa B: 0,50% de comisiones (algo menos que Renta4)
  • Alternativa C: 1,10% de comisiones (como ING)
  • Alternativa D: 1,70% de comisiones (como el banco de mi compañero de trabajo)

Nota: He utilizado los retornos anuales, pero el precio del SP500 fluctúa siempre que el mercado estadounidense esté abierto. De ahí que la gráfica sea abrupta y los resultados finales simulados puedan variar ligeramente respecto a los reales.

Al cabo de los 23 años, estos son los patrimonios finales redondeados:

  • Sin comisiones: 303.000€
  • Alternativa A (0,10% de comisiones): 298.500€
  • Alternativa B (0,50% de comisiones): 282.000€
  • Alternativa C (1,10% de comisiones): 258.500€
  • Alternativa D (1,70% de comisiones): 237.500€

Pasar de la alternativa B a la A supone una diferencia de 16.500€, que ya es una cantidad considerable.

De la C a la A ya supone una diferencia de 40.500€. Lo cual ya es una cantidad enorme, y si me lee alguien que tenga contratado el ING SP500 ya está tardando en cambiarlo a MyInvestor o a algún ETF del SP500.

Pero es que de la D a la A (que es el cambio que va a hacer mi compañero de trabajo) supone ¡61.000€ de diferencia!

Todo por hacer el esfuerzo de buscar una alternativa y cambiarte de plataforma de inversión. Una simple decisión con un impacto de decenas de miles de euros a largo plazo. Esa es la importancia de las comisiones.

Y voy un paso más allá. Mucha gente se fija en inversiones exóticas para intentar mejorar la rentabilidad de su dinero. Pero la inversión de calidad no conoce modas, sino de sencillez. Una sencillez que pasa por rebajar las comisiones de nuestros productos financieros.

Lamentablemente, mucha gente se conforma con las comisiones que paga porque piensan que eso es todo lo que hay y no hay más alternativas. Que la realidad es así y hay que aceptarla.

Pero la realidad, a menudo, no es tan rígida como pensamos:

La realidad es negociable

Quiero que te quedes con tres ideas en esta newsletter. Una por cada sección:

  1. El interés compuesto también afecta (negativamente) a las comisiones de tus productos.
  2. Merece la pena invertir tiempo en bajar las comisiones de tus inversiones.
  3. La realidad no es rígida, sino que es flexible negociable.

Vamos a ver esta última.

Cuando mi compañero de trabajo sobre el que te comentaba antes empezó a invertir, lo hizo donde le recomendaron.

No conocía alternativas (los bancos que más se anuncian suelen ser los que ofrecen peores productos) y tampoco se paró a buscarlas.

Esa era su visión de la realidad. Rígida.

Pero a base de algunos fallos, algunos otros aciertos y de las experiencias que mi entorno comparte conmigo, me he dado cuenta de que la vida es más flexible de lo que solemos pensar. Mucho más.

Y más que flexible, yo diría negociable.

Esta semana me contaba un buen amigo mío que como su máster no ofrecía buenas prácticas de empresa, se puso a contactar por LinkedIn a empresas top del sector a ver si alguna le cogía.

Es decir, en lugar de elegir entre las opciones de empresas que le ofrecía el máster (como hacen sus compañeros), él creó nuevas alternativas.

Al final las decisiones las tomamos las personas, y las personas estamos abiertas al diálogo, a que nos propongan nuevas alternativas. Una normativa que parecía totalmente rígida lo fue hasta que alguien se atrevió a cuestionarla y a ofrecer otros caminos.

Aunque parezca simple, creo que hay una lección muy importante aquí. La de ser inconformes, mirar un paso más allá de lo que ves (como dijo Rafiki) y buscar alternativas. Y recordar que el camino que sigue todo el mundo no tiene por qué ser el mejor.

Como es habitual en lo que comparto, esto no se limita sólo a la inversión o a las finanzas personales, sino que se puede aplicar a muchos otros ámbitos de la vida. Y aunque no suele poner imágenes, creo que esta capta parte de la esencia de este concepto:

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