En esta formación de texto, video y audio, aprenderás todo lo que tienes que saber sobre finanzas personales e inversión para que el dinero no sea nunca más un problema. Desde cero. Para ti.
Cuando lo acabes (te llevará unas 10-15 horas), habrás puesto tus finanzas personales en orden y estarás invirtiendo para crear una vida con más libertad.
Acceder ahora«Los ejercicios me gustaron mucho, muy prácticos y explicados paso a paso. El orden hace que sientas que vas empezando a controlar tus finanzas y, aunque partía de cero, al final del Manual ya estaba invirtiendo mi dinero. Lo recomiendo.» — Julio R., alumno del Manual
Seguro que has oído que en la frase de que en la vida tiene que haber un equilibrio entre trabajo, salir de fiesta, ocio, estudios…
Si yo hubiese hecho caso y hacer lo que todos hacían “buscando el equilibrio” hace 10 años, hoy tendría muchas menos experiencias, menos patrimonio, peor carrera laboral y dudo que fuese más feliz.
La importancia de empezar pronto
Con casi 18 años empecé la carrera de teleco. Cuatro años después la acabé, y empecé a trabajar. Mientras trabajaba, hice un máster durante un año y acto seguido me vine a Austria a hacer el doctorado, que es donde estoy ahora mismo.
Todo lo hice lo más rápido posible no porque fuese más listo que los demás, sino porque le di la importancia que tenía a acabar mis estudios cuanto antes y lo prioricé.
Me explico:
Los años cunden más cuando eres joven. Todo lo que empieces ahora, se aprovecha del interés (compuesto o simple) a lo largo del resto de tu vida. Te pongo unos ejemplos para que veas de lo que hablo.
Empezamos por el patrimonio. Empezar a ahorrar e invertir unos años antes crea un abismo de diferencia frente al resto de la población (o frente a tu «yo» que empezaría unos años más tarde).
Y esa diferencia de patrimonio se traduce en una mayor libertad. Y no sé a ti, pero a mi ser libre financieramente (aunque sea en cierto grado) es un concepto que me gusta mucho. Cuanto más libre, mejor.
Vamos a verlo con una simulación para que entiendas el poder de empezar pronto. Comparamos 3 personas:
- Las tres personas invierten 10.000€ al año y obtienen un 8% anual. Cantidades meramente ilustrativas. Se pueden hacer simulaciones con otros números que el concepto no cambia.
- Persona A empieza a invertir con 22 años.
- Persona B empieza a invertir con 27 años.
- Persona C empieza a invertir con 22 años, pero para de hacer las aportaciones anuales a los 27 años.

Bien, el empezar a invertir sólo 5 años antes ha hecho que la persona A tenga casi el doble de patrimonio que la persona B a los 35 años.
Además, la persona C aunque paró de invertir a los 27 años (invirtió durante 5 años, un total de 50.000€) tiene un patrimonio similar que la persona B, que invirtió durante 9 años, un total de 90.000€ 🤯.
¿Te das cuenta de la enorme ventaja que es empezar a invertir pronto?
Pero es que lo de empezar joven no sólo se aplica con las finanzas.
Con los conocimientos adquiridos funciona de maravilla. Cuanto más joven aprendes un conocimiento, más tiempo lo vas a poder aplicar y antes vas a poder avanzar a conocimientos superiores.
Por ejemplo, imagina un libro que te ayude a mejorar tus relaciones con los demás. La diferencia entre leerlo con 20 años que con 30 años son 10 años de mejores relaciones personales. Diferencia abismal.
Te podría seguir poniendo ejemplos, pero creo que entiendes perfectamente el concepto que te quiero transmitir: Ahora es el mejor momento para empezar. Tanto si quieres invertir, como leer un libro, como aprender a programar o para lo que sea.
Aprende a identificar etapas
Es importante saber cuándo apretar el acelerador y saber cuándo soltarlo.
Y esto depende de la etapa de la vida en la que nos encontremos.
Por ejemplo, imagínate que estás en los últimos meses de tu carrera universitaria y tienes por delante 3 exámenes finales y el trabajo de fin de grado.
Puedes:
A) Pisar el acelerador durante dos meses, dedicando 12 horas a estudiar y a acabar el trabajo de fin de grado, recortando el tiempo que le dedicas a Netflix y a los videojuegos y saliendo sólo los sábados.
B) Seguir con el ritmo que llevabas, estudiando unas horas por las mañanas, saliendo cuando te apetezca y viendo series hasta las altas horas de la madrugada porque disfrutar del presente es lo único que importa.
Bien, con la opción A) acabas la carrera a tiempo además de adquirir una disciplina que te será muy útil a lo largo de tu vida.
Además, disfrutas del verano sin ninguna preocupación con mucho tiempo libre. Esta es mi opción preferida.
Sin embargo, la mayoría de mis compañeros elegía la opción B), lo que les llevaba a suspender alguna asignatura o retrasar la entrega del trabajo de fin de grado.
En total, dedicaban muchas más horas a estudiar que yo, tenían menos tiempo libre y acababan la carrera más tarde, con el consiguiente aumento de gasto y pérdida potencial de ingresos (empiezas a trabajar más tarde y eres un perfil menos atractivo).
Sé que esta opinión va a contracorriente. Que ahora se lleva decir que no hay que ser responsable de joven y hay que vivir una alocada vida, que los años nunca vuelven.
Pero es que precisamente si lo que quieres es vivir experiencias inolvidables y aprovechar la juventud para no arrepentirte después, te interesa la opción A, te interesa priorizar cuando llega el momento.
Te da más tiempo libre además de (y esta es una parte que se suele olvidar) ingresos más rápido, imprescindibles para vivir todo tipo de experiencias enriquecedoras en la vida. A mi me hubiese dado vergüenza pedirle dinero a mis padres para viajar por Europa mientras ellos se levantaban a las 7 de la mañana para trabajar.
La vida universitaria es tan sólo un ejemplo, muy ilustrativo y real, pero un ejemplo.
También lo vemos en el trabajo, ya sea por cuenta propia o por cuenta ajena, aunque en el caso de los trabajadores autónomos se agudiza aún más.
Quizás en un mes se te presenten más encargos de la cuenta y tengas que dedicarle un gran tiempo a sacar adelante todo (10 horas al día), porque tienes que conocer al cliente y realizar el encargo principal.
Pero te puede salir rentable apretar ese mes, porque después tan sólo tendrás que dar soporte el cual te lleva un par de horas al día y te permitirá compatibilizarlo con pasar un largo periodo de tiempo en el sudeste asiático que tanto querías visitar, algo que no podrías hacer si mantienes un ritmo de trabajo fijo de 8 horas al día.
La identificación de etapas y la priorización es signo de inteligencia. Te permite aprovechar tu tiempo de manera más eficiente e incluso se te abren nuevas posibilidades como acabamos de ver.
Establece unos mínimos
Pero vamos a ver Jesús, ¿me estás diciendo que tengo que sacrificar por completo periodos de mi vida en los que no voy a poder disfrutar lo más mínimo?
Por supuesto que no. No hay que irse a los extremos ni tampoco es necesario. Priorizar no es pasar de blanco a negro, hay muchos tonos grises más o menos oscuros que es donde nos movemos.
No es que tengas que dedicarle todas las horas del día a trabajar y no tengas nada de tiempo libre. Quiere decir que si antes la distribución de tiempo era de 50%-50% trabajo-ocio, durante un pico de trabajo puede ser de 80%-20%.
Siempre es conveniente establecer unos mínimos en diferentes ámbitos de la vida para asegurarte de que no los descuidas.
Mis innegociables durante las épocas de mayor trabajo son:
- Hacer deporte al menos 3 veces por semana.
- Comer saludable (jamás comeré comida basura porque vaya justo de tiempo).
- Salir con mis amigos mínimo una vez por semana.
- Dormir 8 horas.
Estos son los míos, para ti pueden ser diferentes. Como ejercicio, te propongo que pienses 3, 4 o 5 cosas innegociables durante periodos donde tengas que priorizar estudios o trabajo.
De hecho, si incumpliese alguno de esos mínimos mi rendimiento bajaría (estaría de peor humor, más cansado o me concentraría menos), por lo que a parte de ser innegociables para mi bienestar y felicidad, me aseguran un buen rendimiento en mi trabajo.
Seguramente en épocas de mayor trabajo te sentirás tentado a abandonar algunos de tus innegociables por puro estrés.
Pero recuerda que eso sería como la historia del leñador, el cual talaba y talaba con un hacha sin afilar, por lo que se tiraba mucho tiempo para talar un sólo árbol.
No te olvides de parar a afilar el hacha de vez en cuando.
Cada domingo envío un email con ideas y recursos potentes para que aprendas a manejar tus finanzas e invertir.