En esta formación de texto, video y audio, aprenderás todo lo que tienes que saber sobre finanzas personales e inversión para que el dinero no sea nunca más un problema. Desde cero. Para ti.
Cuando lo acabes (te llevará unas 10-15 horas), habrás puesto tus finanzas personales en orden y estarás invirtiendo para crear una vida con más libertad.
Acceder ahora«Los ejercicios me gustaron mucho, muy prácticos y explicados paso a paso. El orden hace que sientas que vas empezando a controlar tus finanzas y, aunque partía de cero, al final del Manual ya estaba invirtiendo mi dinero. Lo recomiendo.» — Julio R., alumno del Manual
¿Cómo los árboles nos pueden ayudar a mejorar en cualquier ámbito de la vida? ¿Aprender por si acaso o cuando haga falta? ¿En qué dos apartados se atasca la gente con sus finanzas? Respondemos a estas preguntas junto con dos ejercicios que te harán ser más largoplacista y mejorar tu relación con el dinero.
Hoy vamos a hablar de árboles, utilizándolos como metáfora para el desarrollo y mejora de distintos ámbitos de nuestra vida, como las finanzas personales.
Esto nos va a permitir identificar cuál es el mejor camino para mejorar y a dedicar mejor nuestros recursos.
Ya sabes que me gusta esto de mezclar áreas y no quedarme sólo en la educación financiera (¡La vida es mucho más!). Y si me sigues, seguramente a ti también te guste. ¿Suena interesante? ¡Vamos a ello!
¿Cómo es tu bosque?
Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio bosque personal.
En ese bosque, cada árbol representa un ámbito de nuestra vida: relaciones sociales, manejo del dinero, autoestima, inteligencia intrapersonal, ejercicio físico, cultura, nutrición y un largo etcétera.
Por cada área que te imagines de tu vida, tienes un arbolito plantado ahí.
Pero no todos los árboles son iguales. Cada uno tiene sus propiedades únicas.
Podemos ver las raíces del árbol como un indicador de nuestros conocimientos en ese tema. Cuanto más profundos sean nuestros conocimientos, más profundas serán las raíces del árbol.
El tronco representa las acciones que hemos tomado en ese tema. Cuantas más hayamos puesto el conocimiento en práctica, más fuerte y alto será el tronco.
Por ejemplo, puede que hayas estudiando mucho sobre nutrición y tengas unos sólidos conocimientos sobre micronutrientes y macronutrientes. Incluso puede que tengas diseñado un menú perfecto para ti.
Pero si nunca tomas acción para comer mejor y sigues comiendo comida basura, tendrás un árbol con grandes raíces pero un tronco muy pequeño. Hay un gran desequilibrio.
Veamos el caso contrario, esta vez con el ejercicio físico. Vas al gimnasio y haces la primera rutina que le has visto a un influencer en instagram.
Pasan los meses y no avanzas, porque estás haciendo una rutina que no es adecuada a tus objetivos y la ejecutas con una mala técnica que dificulta tu progreso y aumenta el riesgo de lesión.
Tu árbol aquí quiere tener un tronco muy grande, pero tiene unas raíces pequeñas que le impiden crecer porque tus conocimientos sobre el tema son pequeños.
De nuevo, estamos ante un árbol muy desequilibrado pues hay una gran diferencia entre tronco y raíces, es decir, entre acción y conocimiento.
Acción y conocimiento, ambas son necesarias… pero no en la misma medida
Para que un árbol crezca fuerte y sano necesita un buen sistema de raíces, profundo y extenso, además de un tronco robusto y grande.
Igual pasa con el desarrollo de distintas áreas de nuestra vida. Necesitamos conocimiento y acción. Ambos son imprescindibles.
Pero no todos crecen de la misma manera, con la misma proporción entre raíces y tronco. No todos los árboles son iguales.
El bambú, por ejemplo, dedica siete años a crear un fuerte sistema de raíces que le permitirá sostener el rápido crecimiento después, ya que su tronco se desarrolla en apenas seis semanas. ¡Es capaz de crecer más de 100 cm diarios!
Al contrario del bambú, también hay árboles que no necesitan unas raíces tan fuertes y se enfocan en ganar tanta altura como les sea posible.
Tenemos diferentes tipos de árboles en diferentes ámbitos de nuestra vida.
Por ejemplo, en el terreno de la inversión es mejor tener un bambú:
Primero, crecer un sólido sistema de raíces adquiriendo conocimiento:
- Identificar mitos sobre inversión
- Diferenciar inversión de especulación
- Conocer los diferentes productos de inversión y sus características
- Entendernos a nosotros como inversores (tu horizonte temporal, tu perfil de riesgo…)
Para que luego crezca el tronco pasando a la acción:
- Elegir qué tipo de inversión se adecúa a nuestras circunstancias
- Invertir nuestro capital
En la inversión, el orden importa y mucho. Intentar pasar a la acción demasiado rápido puede hacer que nuestro árbol se desplome.
Cuantísimas personas me han dicho que se han pasado del trading a la inversión indexada…
Pero no todos los árboles deben ser bambúes.
El emprendimiento sí que tiene sinergia con un árbol cuya prioridad es que su tronco crezca fuerte y robusto, y que para ello crea nuevas raíces tan sólo cuando las necesita.
¿Cómo identificar qué tipo de árbol es mejor en cada ámbito? Vamos a verlo más en detalle:
¿Aprender por si acaso o aprender conforme hace falta?
En la educación tradicional siempre hemos seguido el paradigma de aprender “por si acaso”. Incluso en carreras como ingeniería de telecomunicaciones la mayoría de conocimientos no los acabas utilizando porque te acabas especializando en una rama concreta.
Esto tiene cierta lógica porque tienes que estandarizar el temario para muchas personas que van a especializarse en áreas distintas, por lo que tienes que explicar una base muy amplia de conocimiento. Podría mejorarse, pero no es ese el tema que nos ocupa ahora mismo.
Cuando la educación pasa a ser individual y de forma autodidacta, el paradigma cambia. Ahora es mucho más flexible y personalizable porque eres tú el que elige qué contenido aprender (al igual que elegiste seguir Una Vida Ideal para aprender educación financiera).
Que la educación sea individualizada nos abre la puerta para cambiar el aprender por si acaso al aprender conforme hace falta.
Es condición necesaria, pero no suficiente.
La otra condición para cambiar el paradigma a aprender conforme hace falta es que el camino no sea lineal. Que sea dinámico y cada camino afronte retos distintos.
Y el emprendimiento (sea un gran negocio o un pequeño proyecto personal) se parece mucho a eso último. Un camino diferente para cada persona con nuevos retos que te asaltan por el camino a cada paso.
De hecho, la mayoría de retos no sabías ni que existían antes de que se te pusiesen en el camino (cosas que no sabías que no sabías), por lo que te toca solventarlos y aprender sobre la marcha.
Además, intentar abarcar todos los por si acasos es imposible. No aprendes cómo rellenar los impuestos para clientes extranjeros por si acaso, lo haces cuando consigues tu primer cliente extranjero y no antes. Así con todo.
El emprendimiento es tan sólo un ejemplo de árbol cuyo tronco lidera el crecimiento, y las raíces le siguen, expandiéndose sólo cuando es necesario.
En la mayoría de árboles, es decir, en la mayoría de ámbitos de nuestra vida encontramos un punto intermedio entre conocimiento y acción.
Reflexionar sobre cómo se relacionan en cada ámbito te ayudará a mejorar en él, comprendiendo qué es lo que está limitando tu crecimiento, si las raíces o el tronco. Es decir, si necesitas más conocimientos o más acción.
El árbol de tus finanzas personales
Ahora vamos a fijarnos en un árbol en concreto que sé que te interesa. ¿Cómo es tu árbol de tu manejo del dinero y finanzas personales? ¿Crece fuerte y sano o hay algún apartado donde está limitado? Te toca hacer un momento de reflexión.
Es un árbol que requiere de sólidos conocimientos y de acción, especialmente en el terreno de las finanzas personales.
Puede que tu árbol del manejo del dinero esté atascado porque necesite crear más raíces. Es decir, que necesites expandir tu conocimiento.
Hay dos temas donde las personas que quieren mejorar sus finanzas se atascan principalmente:
- ¿Cómo establezco un método de ahorro que funcione?: En este artículo sobre cómo ahorrar hablo sobre dos métodos de ahorro que se adaptan a tus hábitos y a tu situación personal.
- ¿En qué puedo invertir?: Existen muchas formas de invertir, pero los fondos indexados destacan por su sencillez, flexibilidad y rentabilidad a largo plazo. Por eso les dediqué una guía sobre cómo invertir en fondos indexados.
Ya tenemos los conocimientos. Ahora toca irnos al lado de la acción.
Manejar nuestras finanzas no es tan diferente de ponernos en forma, aprender a tocar la guitarra, meditar o cuidar nuestra alimentación.
Una vez adquiridos los conocimientos necesarios, es cuestión de hábitos.
Manejar bien nuestro dinero a menudo suele presentarse como una batalla entre nuestra satisfacción infantil presente (quiero algo y lo compro ya sin pensarlo) y nuestra satisfacción responsable futura (ahorro, invierto y podré comprar mucho más en el futuro).
Si no manejas bien tu dinero aún teniendo los conocimientos necesarios (no estás tomando las acciones adecuadas), probablemente te toque adquirir mentalidad largoplacista.
Te propongo dos ejercicios que te ayudarán a que en la batalla entre satisfacción infantil presente y satisfacción responsable futura, gane más veces la futura:
1) Medir con números reales en el largo plazo:
Una lata de coca cola en cada comida puede ser tan sólo 1€ (temas de salud aparte). Nuestro cerebro cortoplacista puede pensar que 1€ es algo insignificante.
Multiplicado por los 365 días del año y por 2 (comida y cena) ya son 730€.
Si invirtiésemos esa cantidad, obteniendo una rentabilidad de 5% anual, a los 15 años tendríamos casi 16.000€. Sí, son cuentas hipotéticas, pero son una herramienta útil, que es lo importante.
Ahora ya nuestra mentalidad largoplacista entra en juego, porque esos 730€ al año o esos 16.000€ a los 15 años son muy atractivos. Ya no se trata de un simple euro.
Cuando mides con números a largo plazo, te será más fácil tomar decisiones largoplacistas con tu dinero.
2) Convierte a tu hábito parte de tu identidad:
Tu meta aquí ya no es ahorrar 200€ a final de mes, sino ser ahorrador. Ser una persona que maneja bien sus finanzas y verte orgullosa como tal.
Si interiorizas y te identificas tú mismo como ahorrador, te será más difícil derrochar. Cada vez que quieras malgastar tu dinero, se generará fricción en tu decisión.
Una vocecilla en tu interior te dirá que no es lo correcto. Que un ahorrador no hace eso y tú eres un ahorrador.
Choca tu identidad con una acción que no se corresponde con tu identidad. Sabes que una persona ahorradora no tomaría la decisión de malgastar.
Este último concepto está sacado de James Clear y su libro hábitos atómicos. Una idea muy potente que puede ayudarte a mejorar en tus hábitos financieros (y en otros no financieros también).
Espero que te haya gustado este recurso y que los árboles de tu bosque crezcan con un gran sistema de raíces extenso y un tronco fuerte y alto.
Cada domingo envío un email con ideas y recursos potentes para que aprendas a manejar tus finanzas e invertir.