Compara y perderás

¿Quieres conseguir una mayor libertad económica?

¡El Manual de Educación Financiera ya está disponible!

En esta formación de texto, video y audio, aprenderás todo lo que tienes que saber sobre finanzas personales e inversión para que el dinero no sea nunca más un problema. Desde cero. Para ti.

Cuando lo acabes (te llevará unas 10-15 horas), habrás puesto tus finanzas personales en orden y estarás invirtiendo para crear una vida con más libertad.

Acceder ahora

«Los ejercicios me gustaron mucho, muy prácticos y explicados paso a paso. El orden hace que sientas que vas empezando a controlar tus finanzas y, aunque partía de cero, al final del Manual ya estaba invirtiendo mi dinero. Lo recomiendo.» — Julio R., alumno del Manual

Queramos o no, funcionamos por comparación en todos los aspectos de nuestra vida: dinero, relaciones, estado de ánimo, físico, experiencias… y un largo etcétera.

Valoramos nuestra situación como buena o mala según creamos que es mejor o peor que las situaciones de otras personas: No vivimos de términos absolutos, sino relativos.

Para comparar, cogemos dos puntos de referencia principalmente:

1) Nosotros mismos: Nuestra experiencia pasada, lo que hemos vivido en otras épocas de nuestra vida.

2) Nuestro entorno: Familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, la gente a la que seguimos en redes sociales, el contenido que consumimos en plataformas como Netflix, Twitch o la televisión convencional.

Tomamos esos puntos de referencia, los comparamos con nuestra situación actual, y de ahí sacamos una valoración: estoy (mucho) mejor, estoy igual o estoy (mucho) peor.

Es un mecanismo que funciona en nuestra cabeza sin darnos cuenta y que se va actualizando conforme se actualizan nuestros puntos de referencia.

Vamos a poner un ejemplo muy común, el salario.

El primer punto de referencia, como hemos dicho, eres tú mismo.

A lo largo de tu vida normalmente tu salario irá creciendo. La cantidad que tú consideras para poder vivir bien, también lo hará.

Si cobras 30.000€, querrás un salario mayor, de 50.000€. Con 50.000€ ya consideras que vas a vivir de puta madre, no te va a faltar de nada y te vas a poder dar tus caprichos.

Pasan los años y tu salario va creciendo. Tu punto de referencia se va actualizando.

Llegas a los 50.000€, genial, ¿No? Ya has llegado al nivel que querías y estarás satisfecho.

Pues no. Ahora quieres más, crees que con 80.000€ ya sería ideal. Con eso ya estarás satisfecho. Ya sí que sí, esa es la cifra perfecta.

Pero no. El ciclo se repite y cuando llegas a esa cifra, quieres más.

Según el estudio de Van Praat & Frijters (1999), por cada euro que se incrementa nuestro salario, nuestro salario ideal (ese con el que por fin vamos a estar satisfechos) sube 1,40€.

Nos adaptamos muy rápido a nuestro nuevo salario, subiendo nuestro estatus y gastando mucho más: mejor casa, mejor coche, más gasto en ocio, mejores restaurantes, etcétera.

Además, conforme hemos ido mejorando nuestro salario, nuestro entorno ha cambiado.

Nos hemos mudado a un barrio mejor. Y en los barrios suele haber una renta muy similar entre sus residentes: hay barrios de ricos, de pobres y de clase media. Seguro que los sabes distinguir en tu propia ciudad.

No sólo nosotros mismos hemos cambiado y tenemos un punto de referencia más alto. También nuestro entorno: nuestros vecinos tienen una casa igual o mejor que la nuestra, los coches que se ven aparcados por la calle son mejores y nuestros compañeros de trabajo cobran lo mismo que nosotros de media.

¿Qué círculo naranja te parece más grande?

Mira la imagen y en un primer vistazo, dime qué círculo naranja te parece más grande.

Está claro que el segundo, ¿No? Bueno, quizás no te he pillado porque ya conocías este tipo de ilusión óptica que juega con nuestros puntos de referencia.

Ambos círculos de color naranja son iguales, del mismo tamaño. Y es un ejemplo visual perfecto para explicar cómo valoramos algo en relación a las referencias que tenemos de nuestro entorno.

Con el salario tenemos el mismo efecto.

Nuestro salario de, por ejemplo, 30.000€ se verá muy pequeño si en nuestro entorno el salario medio es de 60.000€. En cambio, lo veremos como un sueldazo si, en cambio, el salario medio de nuestro entorno es de 20.000€.

Todo a pesar de que en valores absolutos, en ambos casos tienes el mismo nivel de vida que te otorgan 30.000€ al año.

De hecho, en el estudio de Solnick & Hemenway (1998), daban a elegir a los encuestados entre dos opciones:

  • Opción 1: Salario de 50k pero el resto de compañeros de trabajo cobra 25k.
  • Opción 2: Salario de 100k, pero el resto de compañeros de trabajo cobra 250k.

Un 56% eligió la primera opción a pesar de que, objetivamente, proporciona una vida mucho menos cómoda. Así de importantes son nuestros puntos de referencia.

Con el salario se ve muy claro y es un ejemplo muy directo. Pero también se aplica a otras áreas, como por ejemplo ocio y físico.

  • Ocio: ¿Te has dado cuenta que en Instagram y Facebook todos parecen tener planazos? Poca gente postea que se ha quedado un sábado por la tarde en casa viendo Netflix porque no tenía planes. Claro, eso no da likes.
  • Físico: En el gimnasio están, como es lógico, la gente con mejor aspecto físico porque es la gente que entrena. Lo normal es que seas uno más y no destaques en ese entorno. Súmale a que sigues a ese o esa influencer del fitness que tiene un cuerpo 10 para que tengas una enorme distorsión en lo que es un físico normal y creas que estás muy por debajo de la media, con la consiguiente insatisfacción.

Bien, ya te he hecho una larga introducción del problema que tenemos aquí:

Nuestros puntos de referencia en distintos aspectos de la vida son sesgados (estándares muy altos e irreales), y se van actualizando conforme mejoramos nuestra situación, de manera que siempre queremos más y más.

La consecuencia de todo esto es que rara vez estamos satisfechos en nuestra vida porque siempre estamos por detrás del punto de referencia.

Que no se me malinterprete: Soy el fan número uno de tener ambición en la vida y querer mejorar, de hecho, el principal mensaje de Una Vida Ideal es mejorar un poquito cada día, caminando paso a paso hacia tu vida ideal. Sea cual sea.

Pero la ambición es perfectamente compatible con estar satisfecho con tu presente.

Esto es clave para ser feliz y, no se tú, pero a mi me la suda no llegar a sueldos astronómicos o tener peor coche que mi vecino.

No quiero vivir en una rueda de hámster, corriendo y ansiando una satisfacción que no llega porque mis estándares son erróneos.

Yo quiero ser feliz, vivir una vida con la que esté satisfecho y punto. Seguro que tú también, así que vamos a ver qué podemos hacer en la siguiente sección.

Reconstruye tus puntos de referencia

Si bien el ahorro y la inversión son obligados para ganar libertad y bienestar, como hemos visto en la anterior sección caemos en muchos sesgos a la hora de consumir y de valorar nuestra situación actual.

Vamos a ver en esta sección cómo superar este problema para sacarle el máximo bienestar a cada euro gastado, según apuntan diversos estudios de psicología.

Voy a enfocarlo al ámbito del dinero, pero puedes aplicar estas estrategias en otros aspectos de tu vida.

1) Juega a juegos de riqueza, no de estatus

En los juegos de riqueza, todos ganan. Es un juego de suma positiva.

Si juegas a juegos de riqueza, buscas maximizar tu bienestar controlando tus finanzas personales, invirtiendo y generando más dinero que te permita con más libertad. Te la suda lo que haga el vecino. Juegas en términos absolutos. Ganas.

En los juegos de estatus, todos pierden. Es un juego de suma negativa.

Si juegas a juegos de estatus, buscarás que los demás te perciban como una persona exitosa, parafraseando al club de la lucha: comprarás cosas que no necesitas para impresionar a gente a la que le importas una mierda. Juegas en términos relativos. Pierdes.

Ni tu casa, ni tu coche, ni tu móvil, ni tu título impresionan a nadie. La gente tiene su vida y sus problemas, no seas tan ególatra como para llegar a pensar que les importa lo más mínimo tus posesiones materiales o estatus social.

Esto no es más que una gran liberación, utilizando tu dinero con el único propósito de aumentar el bienestar de ti y de los tuyos. Como debe ser.

2) Evita las redes sociales

Las redes sociales no son únicamente un peligroso chute de dopamina constante, que hace que cada vez necesitamos más estímulos para experimentar más emociones y sentimientos, aparte de minar tu productividad.

Tambien son un escaparate donde la gente únicamente publica los mejores momentos de su vida. Sus highlights semanales.

Y tú, incauto, estás bombardeando a tu cerebro con esa información tremendamente sesgada.

Ahora tu cerebro tiene como punto de referencia que lo normal es tener una vida llena de fiestas, festivales de música, restaurantes top, y demás actividades chulísimas. Cualquier cosa que hagas el finde te sabrá a poco.

Y no, no es lo normal tener esos planes increíbles con tanta frecuencia.

Reduce o elimina el consumo de redes sociales, especialmente Instagram y Facebook, donde se tiende a compartir sólo momentos buenos.

Yo ya sólo utilizo las redes sociales de forma profesional por mi negocio y no de manera personal, y he de decir que es un cambio que ha tenido un gran impacto positivo en mi vida.

Pruébalo durante dos semanas y me cuentas.

3) Re-experimenta puntos de referencia anteriores

Si has ido mejorando tu tren de vida progresivamente, te has ido adaptando a tus nuevas condiciones y ya te habrás olvidado de cómo era tu vida en tus comienzos.

Prueba por unas semanas a vivir como lo hacías con tu anterior salario, recortando lo que tengas que recortar: menos ocio (o más barato), coger el coche menos, pedir menos comida a domicilio, menos compras online, menos suscripciones…

Diversos estudios en psicología nos dicen que cuando vuelvas a tu vida actual serás mucho más feliz y sabrás apreciarlo más durante un buen periodo de tiempo. Un antídoto frente a la insatisfacción.

4) Interrumpe y varía tu consumo

Si comes caviar todos los días, acabas hasta las narices de caviar por muy caro que sea.

Si comes un poquito y dejas el resto para después, o en lugar de pedir caviar todos los días varías el menú, disfrutarás de la comida mucho más.

Esto lo podemos aplicar principalmente a cómo gastamos nuestro dinero con las actividades de ocio.

Tener más variedad te permitirá reducir la frecuencia. Cuando vuelvas a hacer dicha actividad o comer ese plato, lo disfrutarás mucho más.

Sigue estas cuatro estrategias y le sacarás más partido a tu dinero, aumentando el bienestar y la felicidad que recibes por cada euro consumido. Al fin y al cabo, para eso está el dinero, ¿No?

Hay mucha gente centrada en aumentar su salario, pensando que más salario = más bienestar. No tiene por qué ser así.

A mi me gusta ir un paso más allá y entender cómo usar el dinero para lograr la mayor satisfacción y felicidad posible.

Y en esto, la psicología juega un papel clave. Por eso la estoy estudiando cada vez más a fondo y por eso en este recurso (y en el contenido de Una Vida Ideal en general) no hablo sólo de dinero sin más. Eso es una pieza más de todo el puzle.

Subscribe Form

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *